
El 12 de junio de 2004, Medina Siyâsa, el despoblado islámico medieval mejor conservado del Mediterráneo occidental, abrió de nuevo sus puertas al público, tras las restauraciones llevadas a cabo en algunas de las zonas que dos años antes sufrieron las consecuencias de actos vandálicos. Las características de esta ciudad, entre las que se incluye el abandono obligado de la población musulmana ocurrido hacia 1266, contribuyen a su singular estado de conservación. De hecho, en el momento de la excavación de las casas, la mayoría de sus paredes y suelos contaban con excelentes ejemplos de enlucidos de yeso y encalados. En total, de las 750 viviendas que debían constituir la ciudad, se excavaron 19 casas, entre las que se han encontrado unos 200 arcos y pórticos de yeso.
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